Como futura maestra, creo que es muy
importante saber elegir qué cuentos podemos contar a nuestros alumnos y cuáles
debemos adaptar para poder contárselos.
En el caso de los hermanos Grimm, hermanos
célebres alemanes conocidos por sus cuentos para niños, algunos de sus cuentos
deben ser adaptados para poder contárselos a los más pequeños. En este caso,
voy a adaptar el cuento de “El hombre de la piel de oso”.
Este cuento trata sobre un soldado que cuando
acaba la guerra, se queda sin ningún bien. Se encuentra con el Diablo y hacen
un trato en el que tendrá que estar siete años sin rezar, sin acicalarse ni
lavarse, sin cortarse el pelo ni las uñas y vistiendo siempre unas ropas de las
que podía sacar todo el dinero que quisiera y una piel de oso. Y tampoco podría
dormir dos noches en el mismo sitio. Si lo conseguía el Diablo le dejaría quedarse
con el traje del que podía sacar todo el oro que quisiera, pero si no lo conseguía,
se quedaría con su alma.
“El hombre de la piel de oso”
Había una vez hace muchos años, en un gran
palacio descuidado, una familia de nobles arruinados. En el palacio vivían los
padres, el hijo mayor llamado Gonzalo y la hija menor.
Habían perdido todo su dinero tras la guerra,
ya que el rey les había obligado a dar mucho dinero para poder ganarla, aunque
al final la perdieron. Habían tenido que despedir al servicio y otros se habían
ido marchando porque no podían pagarles. No tenían apenas de qué vivir y ya se
les estaban acabando los pocos alimentos que les quedaban.
Los padres estaban muy tristes y no sabían qué
hacer porque nunca habían trabajado y la hija menor era todavía demasiado
pequeña para poder ayudar. Por lo que Gonzalo, que era un gran chico, apuesto y
valiente, decidió salir del palacio para buscar algún trabajo con el que poder
aportar dinero a su familia.
Tras la guerra, todo había quedado destruido
y en los pueblos cercanos también necesitaban dinero. Por lo que después de varios días
buscando trabajo, Gonzalo no consiguió ninguno, así que decidió adentrarse en
el bosque y cazar algún animal para que su familia pudiera alimentarse.
Mientras estaba en el río bebiendo agua y
descansando para seguir con la caza, apareció un gran oso que iba a por él.
Gonzalo se asustó, pero tenía que ayudar a su familia, así que juntó todas sus
fuerzas para luchar contra el oso y acabó con él dejando al oso tirado en el
suelo.
De repente escuchó una voz que le hablaba,
pero no sabía de dónde venía.
̶ Mira aquí abajo ̶ dijo la voz.
Gonzalo se agachó y vio un pequeño duende.
̶ ¿Y tú quién eres? ̶ preguntó
extrañado.
̶ Soy el duende que te va a
ayudar a llevar dinero a tu familia si aceptas mis condiciones.
̶ ¿Y cuáles son esas
condiciones que me impones?
̶ Te pondrás la piel del oso al que acabas de matar como si fuera
un abrigo, que no te podrás quitar en ninguna circunstancia. No te lavarás, ni
te cortarás el pelo ni las uñas y no pasarás más de dos noches en el mismo
sitio. Todo esto deberás hacerlo durante 4 años.
̶ Todo eso que me pides es muy
difícil, ¿qué me darás a cambio? ̶ preguntó Gonzalo.
̶ Llevarás contigo una piedra que yo te indicare de este río, y
cada vez que la frotes conseguirás todo el oro que necesites. Solamente podrás
tenerla tú. Y si aguantas estos 4 años con las condiciones que te he dicho,
podrás quedarte todo el oro que consigas durante este tiempo. Pero si en caso
contrario incumples alguna de las reglas, estarás a mi servicio durante el
resto de tu vida. ¿Aceptas valiente Gonzalo? ̶
preguntó desafiante el pequeño duende.
̶ ¡Por supuesto que acepto!
Gonzalo cogió la piel del oso y se la puso.
Guardó la piedra que le había indicado el duende. Y comenzó su camino.
Lo primero que hizo fue ir a su palacio para
informar a su familia de lo que acababa de ocurrir y que no iban a poder verle en cuatro
años. Pero les dejó el dinero suficiente para que pudieran sobrevivir
durante ese tiempo y un poco más, pero les recomendó que no lo gastaran en
lujos por lo que pudiera pasar.
Lo siguiente que hizo fue ir al pueblo de
al lado y comprar una casa muy grande donde escondió mucho dinero por distintos
sitios. También consiguió un mapa del pueblo y de los alrededores para poder
marcar dónde iba escondiendo el oro para que no se le olvidara cuando pasaran los cuatro años.
Iba ayudando a toda la gente que se le
cruzaba por el camino dándoles oro o lo que necesitasen.
Los primeros meses, era divertido, porque
tenía todo el oro que quisiera y conoció a mucha gente que le iban a estar
agradecidos eternamente. También conoció a gente que le ayudaba dándole cobijo.
Pero al pasar el primer año, estaba muy desaliñado y desprendía un olor
horroroso. La gente ya no quería acercarse a él ni para pedirle ayuda, y muchos
huían de él porque se asustaban. Pero Gonzalo seguía siendo el mismo chico bueno de
antes. No se hundía a pesar de los desprecios que le hacían y seguía intentando
ayudar a todo el que se dejara.
Pasados dos años, aproximadamente, mientras
caminaba por el bosque escuchó unas voces que decían:
̶ Necesitamos dinero para que toda esa gente pueda ir a los pueblos cercanos a por comida o morirán de hambre, todas las
cosechas están destruidas.
Gonzalo, escondido detrás de un árbol, desde
dónde no había visto quien hablaba dijo:
̶ Yo
puedo ayudaros dándoos todo el oro que necesitéis, solo os pido a cambio que no
os asustéis de mí y me dejéis ayudaros.
̶ Sal
a hablar con nosotros, prometemos no asustarnos y escucharte.
Cuando Gonzalo salió de detrás del árbol, vio
que era el rey Alfonso, con un par de nobles a su lado.
̶ He escuchado
que las cosechas están destruidas y se me ha ocurrido que puedo daros dinero
suficiente para comprar un carro y dinero para poder ir a otros pueblos a
comprarlo y que podáis venderlo aquí. Y para que la gente pueda comprarlo puedo
daros mucho dinero para que haya para todos. Podéis ofrecer una gran cantidad de dinero a cambio de que se comprometan a ayudar con las cosechas para poder repoblarlas y que vuelva a haber comida en el reino. ¿Qué
os parece mi idea? ̶ preguntó Gonzalo muy contento ante la idea de
ayudar a tanta gente.
̶ Me
parece una buenísima idea. Muchísimas gracias por ofrecer tu oro a gente que ni conoces. ¿Por qué no te vienes esta noche a mi palacio a
conocer a mis hijas y pasar un rato agradable con nosotros? Te podemos dejar
una habitación y un baño durante el tiempo que necesites para poder acicalarte.
Entonces Gonzalo le contó al rey su trato con
el duende. Así que aceptó ir a palacio, pero sin necesidad de baño. Una vez allí, conoció a las tres hijas.
Las dos mayores no quisieron acercarse a él y no aceptaron cenar con él. Pero
la pequeña, Elvira, que era bella como una flor, estuvo encantada de cenar con
Gonzalo, a pesar de su mal olor y de sus ropas, después de lo que le había
contado su padre que iba a hacer por ellos y por su reino.
Se pasaron la noche hablando de distintos
temas que a los dos les gustaban. Estaban encantados de pasar tiempo juntos, conociéndose
mejor. Estuvieron tan a gusto que se enamoraron perdidamente. Entonces Gonzalo
le dijo que tenía que marcharse para poder seguir su trato con el duende, pero
que cuando acabaran los cuatro años, volvería a buscarla y si estaba dispuesta, se
casarían. Elvira aceptó encantada y entonces, Gonzalo le dijo:
̶
Puede que cuando vuelva tenga otro aspecto, no sé si mejor o peor, pero
para que sepas que soy yo, me harás una pregunta de la que solamente tú y yo
sabremos la respuesta.
A Elvira le gustó esta idea ya que de esta
forma ningún impostor conseguiría engañarla. Gonzalo se marchó, pero antes se
despidieron dulcemente. Y el rey le agradeció todo lo que había hecho por
ellos.
Gonzalo continuó sus días de penitencia y
cuando se acercaba el día acordado con el duende, emprendió su camino de vuelta
para encontrarse con él. Cuando llegó, se encontró al duende muy enfadado.
̶
Bien, has cumplido tu parte del trato. Así que espero que hayas podido
guardar mucho dinero durante este tiempo. Y ahora, devuélveme mi piedra. ̶ Gonzalo le dio la piedra muy contento por
haber terminado el trato por fin.
̶ Debes
cumplir tu parte del trato y dejarme limpio y con las ropas que tenía cuando
nos encontramos hace cuatro años. ̶ dijo Gonzalo.
El duende, de mala gana, volvió a dejarle limpio,
con el pelo y las uñas cortadas y sin el abrigo de la piel de oso. Y al momento, desapareció.
Gonzalo compró un carro con el dinero que
había ido escondiendo durante este tiempo y fue a buscar a su amada Elvira lo
más rápido que pudo. Cuando llegó, ella vio a un apuesto caballero en su
palacio al que no reconocía y entonces preguntó:
̶ ¿Qué
es lo más bello del mundo?
A lo que Gonzalo, inmensamente feliz,
respondió:
̶ La sonrisa
de alguien enamorado. ̶ Y se fundieron en un largo abrazo.
Después de un rato hablando, contándose cómo
habían vivido ese tiempo y las aventuras que le habían sucedido a Gonzalo,
apareció el rey Alfonso.
̶
Después de casi dos años, viendo a mi hija pequeña, mi adorada hija
pequeña preguntar varias veces al día a distintos chicos ¿qué es lo más bello
del mundo? deseando que le dieras la respuesta correcta. Después de ver esa ilusión en sus ojos al
volver a verte. Después de todo lo que hiciste por tu familia, por nosotros y
nuestro reino. Y teniendo en cuenta que mis dos hijas
mayores ya se han casado y viven fuera del reino. Creo que no habrá nadie mejor en el mundo para
gobernar este reino que vosotros dos. Así que si los dos queréis, seréis los
futuros reyes.
Aceptaron encantados y vivieron felices y
comieron perdices.
FIN
Justificación
Todos los cuentos tienen una gran relevancia
en el desarrollo psicológico infantil, pero a la hora de transmitir la herencia
cultural, los cuentos folclóricos o maravillosos cobran una gran importancia.
Pero en muchos casos, son demasiado “retorcidos” para los más pequeños, por lo
que debemos adaptarlos pero sin perder la esencia del cuento.
He adaptado este cuento para niños de 4 a 6
años ya que se encuentran en la etapa del pensamiento intuitivo porque en ella
comienzan a desarrollar el concepto de identidad individual y su autoestima y
tienen una vida imaginativa rica y abundante, que les permite entender lo real.
También desarrollan su capacidad de percepción selectiva y de observación.
El vocabulario y la estructura son los
apropiados para esta edad, pero si se cuenta a los de cuatro años, tal vez se
pueden cambiar algunas palabras por otras más sencillas. Aunque en general el vocabulario
es sencillo.
Respecto a mi adaptación, los cambios que he realizado son:
- Cambiar al diablo por un duende
un poco malo.
- He restado años a la penitencia
del chico, porque pienso que los niños de la edad en la que me he centrado,
pueden ver los 7 años como casi una vida entera, es decir, que se les haga muy
largo.
- He quitado situaciones retorcidas
como que sus hermanos le echan de casa al volver de la guerra por irse para
ayudar a su familia o el suicidio de las dos hermanas por su abandono del reino
por sus matrimonios.
- He hecho que Gonzalo se case con
una futura reina, porque en los cuentos maravillosos era típico ascender
socialmente, por lo que él pasa de ser un noble a ser rey.
- También he considerado que poner
nombres solamente a los personajes principales, hará que los niños lo puedan
comprender más fácilmente.
- He cambiado el bolsillo del
abrigo de dónde saca el oro por frotar una piedra.
- El tema de la religión he decido apartarlo en mi cuento, porque puede que los niños no le encuentren mucho sentido.
Espero que os haya gustado mi adaptación y que en un futuro pueda ayudaros.
Webgrafía
Apuntes de
Literatura Infantil de Irune Labajo González (2015/2016).
CEIP
Marcos Frechín (2015). Características de
los cuentos según la edad de quien lo lee. https://apaceipmarcosfrechin.com/el-cuento-de-la-semana/caracteristicas-de-los-cuentos-segun-la-edad-de-quien-lo-lee/